Cuando todo es inalcanzable el abismo nos llama por delante.
La luz es tenue, triste, descolorida, de morgue.
Las puertas no abren, todo es tan grande.
Nada contiene y el silencio se convierte en el tambor de ritual monótono.
Saltar es peligroso pero la única salida.
O la espera de agonía de todavía, de seguir sólo en la espera de...lo maravilloso.
Un cuento sin fin en el que siempre se muere en el intento.
Se muere solo pero en espera también de no estar solo.
De recuperar un aliento de otro en el último aliento.
De saltar hacia lo esperado confiando de que esté ahí.
Esperando el golpe.
O el abrazo interminable.
La luz es tenue, triste, descolorida, de morgue.
Las puertas no abren, todo es tan grande.
Nada contiene y el silencio se convierte en el tambor de ritual monótono.
Saltar es peligroso pero la única salida.
O la espera de agonía de todavía, de seguir sólo en la espera de...lo maravilloso.
Un cuento sin fin en el que siempre se muere en el intento.
Se muere solo pero en espera también de no estar solo.
De recuperar un aliento de otro en el último aliento.
De saltar hacia lo esperado confiando de que esté ahí.
Esperando el golpe.
O el abrazo interminable.
Sólo es el espacio que comprende la noche, entre las almas tan despietas, como ausentes.
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